Venezuela merece un milagro
Cuando pienso en Venezuela se me nubla la mente. Siento una mezcla de rabia, miedo y tristeza ante la rudeza de los hechos. A veces siento que mi país es como un enfermo terminal, como si no hubiera nada que hacer. En mi reflexión me doy cuenta que Venezuela seguirá estando en terapia intensiva, mientras estemos dormidos, no cambiemos y no despertemos… con todo lo que ello implica.
Y estoy consciente de que la palabra es poder. «Muerte y vida dependen de la lengua, según se utilice así será el resultado. Cada uno recibe por sus palabras, su premio o su castigo» Proverbios 18:21. Así pues, dejemos de enjuiciar o de quejarnos y construyamos la vida que queremos.
Emigrar para conseguir medicinas
¿Que circunstancias llevaron a Venezuela a vivir lo que vive? ¿por qué los venezolanos estamos ante esta dura realidad? Son preguntas que me hago una y mil veces y no consigo una respuesta concreta… no tener atención médica o no conseguir medicinas en Venezuela es «normal». Si por casualidad se consigue una inyectadora, entonces no hay insulina, antibiótico, aspirina, ni siquiera el limón para hacer una limonada.
Tengo diabetes desde mis 14 años y desde hace 10, tengo un trasplante renal. A mis 55 años ya Venezuela no me brinda la oportunidad de realizarme ni siquiera un examen rutinario de sangre en un laboratorio porque o son demasiado costosos, o no hay reactivos para realizarlos.
¿Y ahora que?
La crisis de salud en Venezuela se agudizó a partir de 2015. Encontrar insulina o un antihipertensivo, se volvió una tarea titánica, y en 2017 imposible.
La Federación Farmacéutica Venezolana calcula que, actualmente, 8 de cada 10 fármacos no se encuentran en las farmacias del país. Las razones responden a las deudas que tiene el gobierno venezolano con las compañías farmacéuticas. Muchas se han ido. Simultáneamente la misma Federación afirma que más de 20.000 médicos han emigrado a causa de la crisis.
Compañeros trasplantados han pasado los últimos seis meses en Venezuela sin tomar sus medicinas. Traerlas desde afuera tampoco es fácil por las limitaciones en el envío desde el exterior.
Y personas con diabetes se han resignado a controlar su nivel de azúcar en la sangre sólo con una buena alimentación. Pero es que además, tener una dieta balanceada es imposible no solamente por la escasez de alimentos básicos, sino porque Venezuela es el país con la inflación más alta del mundo (más de 1200% en 2017 según el Fondo Monetario Internacional).
Los costos de los servicios en centros privados se calculan con base en el dólar paralelo. Actualmente, un dólar estadounidense equivale a casi 900 mil bolívares y el salario mínimo mensual alcanza un millón de bolívares: poco más de un dólar.
Hoy, una medicina como Myfortic (el inmunosupresor que tomo) puede costar más de 500 salarios mínimos, ya que su precio en dólares está cerca de 500. La distribución gratuita de las medicinas para trasplante de órganos la realizaba el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).
Derecho a vivir
Un tratamiento post-trasplante incluye medicinas inmunosupresoras, exámenes de laboratorio, a veces antibióticos y antihipertensivos, además de una excelente nutrición…
A todos nos da escalofríos saber que ni en Caracas ni en ninguna parte de Venezuela se consiguen medicamentos inmunosupresores; insulina, o cintas para hacerse glicemia capilar —imprescindibles para un diabético—.
En enero de este año trascendió la noticia de la muerte de personas trasplantadas de riñón por falta de medicinas… ellos y sus familias estarían hasta el último día pidiendo medicamentos para su tratamiento. Los médicos recetan y la gente, desesperada, pide por las redes sociales. Las donaciones llegan a cuentagotas, y otras personas se aprovechan de la necesidad y estafan a sus víctimas; así todos nos hemos visto obligados a reducir las dosis por temor a que se nos acabe la medicina. Todo es impredecible, el medicamento puede llegar antes…, o un día después de la muerte.
Desde octubre de 2017 vivo en USA, aquí me han administrado todo lo que necesito, veo abundancia por todos lados. Y como diría mi padre es «un país del primer mundo». Estoy a 5684 kilómetros de mi hogar y separada de mi familia, pero aquí consigo lo que por derecho tendría que conseguir en el país que me vio nacer. No ha sido fácil, mi médico nefrólogo sigue en Venezuela, lo extraño muchísimo… era muy sencillo comunicarme con él ante cualquier malestar que tuviese.
Siempre quise vivir aquí, era un sueño pendiente por realizar, pero nunca pensé que sería por las circunstancias que se viven en mi país. Gracias a Dios pude venirme. Me siento infinitamente agradecida por el apoyo de mi amado hijo, el de mi novio quien vive aquí y el de mi familia.
Hoy cumplo 11 años de trasplantada, momento importante para reflexionar por todo lo que sucede en mi país y también agradecer la oportunidad de vivir gracias a Dios, al trasplante y a la familia de alguien que no conocí…
Espero con fe el momento de ver a Venezuela en paz, libre, segura y próspera… que este período oscuro esté llegando a su fin, que resucitemos de esta crisis y que pronto veamos la LUZ que queremos ver, la misma luz que todos llevamos dentro ❤ #YoCreoEnLosMilagros
Deborah, te admiro por la determinación que has tenido bajo estas circunstancias. Y esa es la realidad que vivimos desgraciadamente en esta nación, nosotros los trasplantados, y todos en general por la insensibilidad de quienes manejan este país. Pero debemos poner nuestra confianza en el creador de los cielos y la tierra, y no en el hombre, buscar a nuestro elohim en oración y ayuno, tengamos un verdadero arrepentimiento de nuestros pecados, y cumplamos los mandamientos y preceptos que dejo en su torah (biblia). Te saluda.
Jose Rodriguez
Valencia-Estado Carabobo
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Gracias José por leer y comentar mi artículo. Y así es, debemos tener confianza en que todo se resolverá. Si cambiamos primero nosotros, cambiará todo.
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