La enfermedad como lección de vida
¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?
Vincent Van Gogh

Creo en el poder del pensamiento y en la influencia de las emociones en la salud física. El mundo que vivimos nos transmite emociones negativas y positivas, en nosotros está el elegir las que nos benefician.
Mientras nos sintamos identificados con el cuerpo y estemos experimentando las cosas que el pensamiento limitado nos muestra como únicas (teniendo miedo, escasez, angustia, enfermedad y ansiedad) nos será imposible captar el sentido de lo que somos y comprender que fuimos creados sanos.
Veo a diario como personas con enfermedades terminales, sobrepasan sus límites, se reponen y sanan… ¿cómo lo hicieron?
Si confío en Dios cuando me asegura que no hay separación entre mi espíritu, mi mente, mi cuerpo y la ilimitada energía, entonces ¿por qué no he sanado?
- Porque no creo en Dios al no dejar que se vaya el concepto de la existencia de límites en mi y a mi alrededor. Es más “fácil” creer en la “pastillita”.
- Porque no me había dispuesto a cambiar mis pensamientos.
Y si no lo hago, no sanaré. He comprobado que todo depende de mi ACTITUD ante el mundo que veo y en el que vivo.
«Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí» Un Curso de Milagros
Sé que mis pensamientos, formas de mirar mi mundo y mis relaciones han dado como resultado esta enfermedad. No es hereditaria, no fue un virus o bacteria, no es un castigo, sino algo que pensé y aún pienso porque aún no he sanado. ¿Cómo cambiar mis pensamientos más profundos? estando consciente de ellos.

Por ejemplo me sorprendo cuando me doy cuenta como justifico mi condición, si me hicieron esto, si
ella me traiciona, si mis padres me causaron un trauma, si él me engaña, si el gobierno no sirve, si no me tomé la pastilla, blablabla, me siento así… Pero nada ni nadie me hace nada, todo lo que creo se manifiesta, son creencias profundas que sólo hablan de mis propios miedos.
Entonces me justifico respondiéndome: “es que soy un ser humano, tengo defectos… no soy perfecta”. Y me lo digo con orgullo, eso justifica todo… hasta tener una enfermedad.
Y resulta que sí soy perfecta porque fui creada a imagen y semejanza de Dios, sana, completa, amorosa y saludable.
No somos auténticos
Como dicen por ahí: el cuerpo grita lo que callas, si no expresas qué necesitas, el cuerpo lo hará por ti. Así que si no quiero enfermar tengo que aprender a identificar mis pensamientos ¿son amorosos o descalificantes? ¿provienen de la confianza o no?, tengo que aprender a estar consciente de ellos y de las acciones que realizo para empezar a sanar.
Creo que estas recomendaciones son más baratas que las medicinas. Y creo que debo actuar pronto. Y reconocer que si no juzgo no me lleno de toda la ira que creo que me provoca una subida de azúcar o de tensión.
Si estoy consciente de lo que pienso y hago, estoy siendo coherente, amorosa, vivo en armonía y paz para así no enfermar ni sentirme mal jamás y nunca, porque lo que soy, lo que hago, lo que tengo, es perfecto ❤
En este instante recordemos quienes somos y para qué estamos aquí, seguro no es para sufrir. Así que hagamos una pausa para ver el poder y el valor que tenemos para respondernos por qué no sanamos.
La vida es una resonancia constante, cada acto y pensamiento que tenemos tiene su repercusión: lo que sembramos, cosechamos; lo que damos, recibimos; lo que enviamos regresa, lo que vemos en los demás, está en nosotros… así que estemos atentos a nuestros pensamientos y acciones. Causa y efecto.
Como dice Enric Corbera “la salud es la coherencia entre lo que pienso, lo que siento y lo que hago”.
¿Por qué enfermé?

Si algo tengo que reconocer, es que la enfermedad ha influido en mi forma de ver la vida. Ahora la valoro y también a quienes me rodean. Cuando creemos que carecemos de algo como la salud, valoramos más TODO.
El dolor transforma y nos hace fuertes. Si superamos la enfermedad, vivimos más intensamente, damos lo mejor, nos conocemos más…
La enfermedad no es un castigo, tampoco un estilo de vida; no nos dice que renunciemos a vivir. Es un medio que nos fortalece y nos muestra el aprendizaje de enfrentarla como un reto. Y a valorar algo tan “común” como respirar, amar, comer, orinar, reír o llorar.
¿Cuántas veces hemos leído o escuchado que atraemos lo que pensamos y que todo lo que somos es el resultado de aquello que hemos pensado? Ya es hora de probar que si cambiamos los pensamientos atraeremos salud y ¡por supuesto, sanaremos! 🙂
Excelente, primis! Lo difícil es asumirnos y aceptarnos para superar la enfermedad.
Dios nos hizo para ser felices, obremos en consecuencia. Amén
Te quiero primis!
Me gustaMe gusta
¡Gracias prima por leer el artículo! Si, yo también pienso que hay que aceptarse y sobretodo amarse como Dios nos ama. Dios es amor y el amor sana ❤
Me gustaMe gusta
Amiguita, «el sanar y el enfermar». Este fue el tema del sermón de la iglesia hoy. Que casualidad que veo hoy tu lindo escrito sobre sanacion. Nuestra sanacion tanto fisica como espiritual ¡lleva tiempo! y es una decision propia. Aunque intentemos hacerlo debemos seguir haciéndolo dia a dia. Pero nos falta mucho Amor y Fe para lograrlo. Estoy en este camino sanando cada dia con ayuda de Dios. Felicitaciones por este escrito y juntas lograremos sanar. Te amo
Me gustaMe gusta
Amén, seguro que si. Seguir enfocadas en el amor y el perdón interno. Gracias Maryluz. Un abrazo llenito de luz ❤
Me gustaMe gusta
Tal cual amiga, excelente reflexion!
Me gustaMe gusta
¡¡Hola!! Gracias por leer el artículo Karina. Saludos
Me gustaMe gusta