Un estilo de vida para adoptar siempre

Lo que más me gusta en la vida es viajar.

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Viajando siento que me escapo del eterno ahora, no me acuerdo de los límites que tengo en este mundo físico. Visitar lugares, penetrar sus entrañas, caminar sus calles, probar su comida, sentir sus olores.

Es una mezcla de sensaciones, emociones. Y un poco de temor, expectativa, estrés. Comprar pasajes, reservar alojamiento, Cadivi, alquilar vehículo, hacer maletas… Cuando llega el día del viaje estar a tiempo en el aeropuerto, tener todo en regla para el check in, pendiente de los anuncios de salida del vuelo, rogar no haya inconveniente alguno con el equipaje…

Es un estrés rico, por eso cada año mi meta es viajar. Y tengo un destino favorito: Estados Unidos.

Es una preferencia innata. Cuando era niña soñaba con que me llevaran a Disney. Cuando me gradué de bachiller, quería que me premiaran con un viaje a Miami u Orlando. De “grande” otra vez me asaltaba la idea de viajar al exterior ¿hacia donde? a Estados Unidos.

Una vez estando en la universidad me dirigí a un sitio donde otorgaban becas de estudio al exterior: “Fundayacucho” para iniciar la posibilidad de hacer realidad mi mayor deseo: viajar, vivir y estudiar en Estados Unidos.

Nunca me llamaron, no sé si fue porque no tenía palanca o porque lo que quería estudiar no era un área prioritaria para el país… Otra vez me fui a otro ente del Estado, y allí me dijeron que estaban otorgando becas para Rusia ¿Rusia? Nooo.

Después que me gradué de periodista en la UCV pensé “ahora es el momento” pero mis gustos habían cambiado momentáneamente, quería ir a estudiar a Brasil, en aquella época estaban de moda las novelas brasileñas en Venezuela. Pensé hacer un postgrado en TV en Brasil. Averigüé en el Centro de Estudios Brasileños, en la embajada de Brasil y apliqué para estudiar, pero por alguna razón tampoco se dio la oportunidad.

Luego empecé a trabajar, me casé, tuve a mi hijo y luego me enfermé de los riñones. Perdí las esperanzas de viajar…

Ahora me siento bien, mi hijo está grande, nada me ata, por eso me he permitido viajar sola o acompañada. No desperdicio ningún momento para hacer realidad lo que tantas veces quise hacer… VIAJAR ¿A dónde? A Estados Unidos… en Florida: Miami y Orlando; New York, Boston en Massachussets, Virginia; en California: Los Angeles, San Diego…

Aquí y ahora en el viaje

No es sólo relax, es aprendizaje, esperanza, conocimiento, es ver convertir mi realidad en fantasía y mi fantasía en realidad… es compartir, disfrutar, alcanzar, es sentir como crece mi espíritu y mi mente. Me siento verdaderamente libre. Me olvido de mis limitaciones físicas… y mentales.

Hago planes, veo que todo es posible, es una especie de conocimiento eterno… es ver lo irreal convertirse en real.

No me acuerdo ni hago juicios sobre lo pasado, no pienso en el futuro, no tengo expectativas, sólo existe el aquí y el ahora, el presente eterno del viaje.

El pasado y el futuro nos hacen creer que somos finitos. Cuando vivimos plenamente el Aquí y Ahora se desvanece el temor, los límites, la preocupación y el dolor. Es así: en mi viaje todo es nuevo y diferente.

Sin esperar una próxima oportunidad, porque la vida es ya. Siempre tengo un cuento que echar. Todo es sorpresa.

La ficción no importa, no existe. Viajar me ayuda a descubrir que la realidad siempre supera la ficción.

Es vivir cada minuto el regalo eterno del presente. Es encontrarme  “accidentalmente” en el mismo lugar o en otro. Es sentarse en cualquier lado y de allí sacar una poesía.

Es compartir, conocer gente singular, personas que hablan por horas porque la soledad se los come en casa, y otras que no dicen nada y se van de prisa. Compartir lo bueno y lo malo. Visitar no sólo los sitios turísticos sino los que pasan inadvertidos, los que están llenos de cotidianidad, de gente del lugar. Un mercado, un bar, un restaurante sencillo, una plaza… hasta ir a una lavandería.

Atrapada en la “sonrisa” de la realidad

Pero la vida es ahora, cuando se acaba el viaje regreso a la rutina. Tal vez eso no me gusta, a veces mi cotidianidad no me atrae.

La «vida» viene desde el corazón… y el cambio que quiero para salir de mi rutina (que no me gusta), está dentro de mi ser. Escuchando las verdades que hay dentro de mi.

Las historias de amor no sólo se viven en los libros, o en los viajes… También se ven en la cotidianidad.

Y en la vida diaria también se escribe una historia todos los días. La historia de saborear el rico café con leche que tomamos en la mañana.

Gracias a Julio Martinez y a Rodolfo Vizcaíno, quienes con sus fotografías enriquecieron ♥ este post