III
Llegó un momento en que la crisis económica me había invadido tanto que pensé en vender mi apartamento e irme a vivir con una de mis hermanas… Se me prendió una lucecita dentro de tanto caos que me hizo pensar que si vendía todo lo que tenía, podría comprar todos mis medicamentos y tener una excelente atención médica que me permitiera comenzar de nuevo a hacerme mis exámenes para el trasplante renal.
Volví al Pérez Carreño, pero las condiciones del Hospital no habían mejorado mucho. Entonces por idea de unos amigos cree una Fundación, comencé a hacer cartas dirigidas a empresas para pedir donaciones, hice rifas, vendí prácticamente todo mi patrimonio.
Investigué mucho y averigüé que en Estados Unidos en el estado de Virginia, hacían un trasplante simultáneo de Páncreas y Riñón. Este trasplante simultáneo me daba la posibilidad de “salir de la diabetes” y de esa manera garantizar un mejor control post-trasplante. La operación la realizaba un médico venezolano y daban financiamiento a los pacientes extranjeros. Para entrar a la lista de espera se necesitaban $ 35,000. Yo logré reunir $ 24,000 y aunque me pude realizar todos los exámenes y vender todo lo que pude, no pude ingresar en esa lista.
Entonces me enteré de la posibilidad de trasplantarme en Medellín, Colombia, pero allí me ofrecían sólo la posibilidad de trasplantarme el riñón y no el páncreas.
Lamentablemente mi experiencia aquí en el país no fue buena porque cuando averigüé si podía entrar en el protocolo del Hospital Universitario, me informaron que allí no trasplantaban a diabéticos.
Fue entonces cuando me decidí ir a Medellín, me llevé todos los exámenes que pedían para el trasplante y me hice la evaluación pre-trasplante para saber si era apta. Regresé a Venezuela con muchas esperanzas. Cuando envié mi primera muestra de suero a Medellín, me llamaron por teléfono exactamente una semana después. Un domingo 24 de octubre casi a las 12 del mediodía…
-Hola, por favor se encuentra la señora Déborah Arévalo –me llamó la atención el acento colombiano.
-Si soy yo
-Ah escuche la estamos llamando del Hospital San Vicente de Paúl de Medellín.
-Si, dígame
-¿Ha tenido gripa en estos días? ¿Tiene alguna infección? ¿Se ha sentido bien?
-No, no, si ¿por qué?
-Bueno Doña Déborah, le tengo una buena noticia, agarre sus maletas, prepárese y apúrese porque aquí la estamos esperando con su riñoncito.
-¿Qué? ¿para mí? ¿está segura?
-Claro que sí, yo soy la médico de guardia, soy la Dra. Inge cuando llegue al Hospital pregunte por mi. ¿Usted cree que pueda venir antes de 8 horas?
-Pero ¿de verdad? ¿está segura?
-Claro venga, la estamos esperando.
Ese momento no lo olvidaré jamás
-Mami me llamaron, me llamaron
-¿de dónde?
-Mamá de Medellín, me tengo que ir, tengo que viajar ya
-¿Cómo? ¿Estás segura?
-Si mamá me acaban de llamar ¿tu me vas a acompañar no?
-Claro, claro, pero vamos a esperar que llegue tu hermana
-No, mama no hay tiempo que perder tenemos que hacer las maletas ya y averiguar cual es el vuelo que sale más rápido para Medellín
-¿Y los reales?
-Los cambiaremos en el aeropuerto, vamos a llamar a la comadre para que me averigüe lo de los vuelos.
Mi mente estaba atribulada, no hallaba por donde empezar. Busqué mis medicinas, busque la ropa, …
El vuelo más rápido a Medellín salía a las 4 pm de Maiquetía, hacía escala en San Antonio del Táchira y luego directo a Medellín.